La dermatitis atópica, conocida también como eccema atópico, es una condición cutánea crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Aunque es más común en niños, también afecta a adultos, presentándose con síntomas que pueden ir desde una leve irritación hasta brotes más severos que dificultan las actividades cotidianas.
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que provoca sequedad, picor intenso, enrojecimiento y lesiones en forma de manchas rojas con descamación y costras.
Se asocia con una respuesta inmune hiperactiva, lo que significa que el cuerpo reacciona de manera exagerada a ciertos factores desencadenantes.
Aunque puede aparecer en cualquier etapa de la vida, es más común en los niños, afectando entre un 10% y un 20% de los menores de cinco años. En la mayoría de los niños con dermatitis atópica la enfermedad se resolverá antes de la adolescencia. Sin embargo, la dermatitis atópica del adulto tiende a ser crónica y a evolucionar en forma de brote.
Los síntomas pueden variar de una persona a otra, y la intensidad puede cambiar a lo largo del tiempo. Estos son los más frecuentes:
La localización y distribución de las lesiones de dermatitis atópica también pueden variar. En los bebés, es común verlas en las mejillas, mientras que en los niños mayores y en los adultos, los brotes suelen aparecer en los pliegues como el cuello, las muñecas, los flexuras de los brazos o detrás de las rodillas.
Reconocer estos síntomas es clave para buscar tratamiento temprano y prevenir que la condición empeore.
La dermatitis atópica es una enfermedad que tiende a ser crónica y evoluciona en forma de brotes. No obstante es característico que la piel de estos pacientes tienda a estar seca y a veces algo roja de forma constante. Cuando hay un brote aparecen las lesiones de eczema típicas en forma de parches rojos y descamados y el picor se hace más intenso.
Aunque no se conoce una causa exacta, sabemos que se trata de una enfermedad inmunológica y que varios factores contribuyen a su desarrollo:
No, la dermatitis atópica y la alergia cutánea no son lo mismo.
Una alergia cutánea es una reacción alérgica que ocurre cuando el sistema inmunológico responde de manera exagerada e inmediata a sustancias específicas (alérgenos) como ciertos alimentos, medicamentos, productos cosméticos o incluso metales.
Esta reacción puede causar erupciones en la piel tipo, urticaria, reacciones eczematosas o incluso liquenoide. Aunque ambas condiciones pueden presentar síntomas similares, como el enrojecimiento de la piel y la picazón, la dermatitis atópica es una afección más crónica y relacionada con la predisposición genética, mientras que una alergia cutánea suele ser una respuesta inmediata del sistema inmunológico a un alérgeno específico.
La dermatitis atópica es un tipo específico de dermatitis, pero existen varios tipos de dermatitis, y cada uno tiene características y causas particulares. Por ejemplo:
El tratamiento de la dermatitis atópica tiene dos objetivos principales: controlar los brotes y prevenir su aparición. Aunque no existe una cura definitiva, un manejo adecuado puede mejorar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Aquí te explicamos los puntos clave:
1. Hidratación diaria y cuidado de la piel
Mantener la piel hidratada es fundamental. Usar cremas o emolientes específicos para piel atópica ayuda a restaurar la barrera cutánea, reduciendo la sequedad y la sensibilidad. Este paso es clave incluso cuando no hay brotes.
Además de la hidratación, es importante seguir rutinas específicas, como duchas cortas con agua tibia y el uso de limpiadores suaves. Esto ayuda a mantener la piel en mejor estado entre brotes.
2. Tratamiento de los brotes
Durante los brotes, es necesario reducir la inflamación y calmar el picor. Para ello, los especialistas suelen recomendar:
3. Evitar desencadenantes
Identificar y minimizar los factores que agravan los brotes es esencial. Esto incluye:
4. Terapias adicionales
En casos graves o pacientes con dermatitis atópica grave son necesarios el uso de fármacos inmunosupresores como los corticoides primales, el metotrexato o la ciclosporina o nuevas terapias en forma de fármacos biológicos como el dupilumab o los fármacos inhibidores de Jak.
En nuestra clínica dermatológica en Madrid somos especialistas en el diagnóstico y tratamiento de la dermatitis.
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Tu piel merece el mejor cuidado.