Los lunares y las manchas en la piel son comunes en la mayoría de las personas y, en general, son inofensivos.
Algunos nevus o lunares pueden volverse atípicos y evolucionar a un melanoma, un tipo de cáncer de piel con potencial para dar metástasis. Es fundamental prestar atención a los cambios que se producen en los lunares preexistentes o bien identificar si aparecen lesiones nuevas, que inicialmente parecen un lunar o un nevus, pero que puede tratarse de un melanoma. En este tumor el diagnóstico precoz supone una gran diferencia tanto en el tratamiento como en el pronóstico.
En este artículo, explicaremos qué son los lunares y las manchas, cómo diferenciarlos y, lo más importante, cuándo deberías considerar consultar a un dermatólogo.
Los lunares (nevus melanocíticos), son pequeñas acumulaciones de células pigmentadas en la unión dermo-epidérmica y en la dermis.
Las células névicas se agrupan formando nidos, y a nivel clínico en la piel, se manifiestan como pequeñas protuberancias marrones, o bien son manchas o máculas planas que miden de pocos milímetros hasta algún centímetro y con colores que pueden variar del marrón claro al marrón oscuro.
Los lunares son muy comunes, y la mayoría de las personas tienen entre 30 a 100 en todo su cuerpo. Pueden aparecer en el nacimiento o en los primeros meses de vida, son los llamados nevus congénitos. Pero la gran mayoría de los nevus se desarrollan durante la infancia y la adolescencia. La mayoría de los lunares son benignos y no presentan ningún riesgo para la salud.
Las manchas o lentigos solares, son zonas planas de pigmentación regular bien delimitada, generalmente circulares u ovoides y que pueden medir desde pocos milímetros hasta varios centímetros.
A diferencia de los lunares, las manchas no son causadas por la acumulación de melanocitos, sino por la sobreproducción o distribución irregular de melanina, la sustancia que da color a la piel, y se debe a distintos factores, siendo el principal la exposición solar mantenida y prolongada a lo largo de la vida.
Mientras que los lunares pueden cambiar en tamaño, forma o color, las manchas suelen ser más estables, aunque pueden oscurecerse o aumentar en número con la exposición solar o el envejecimiento.
Identificar cuándo una mancha o un lunar requiere atención médica es crucial para la detección temprana de problemas potencialmente graves, como el melanoma u otros tipos de cáncer de piel.
La regla ABCDE es una guía útil para evaluar si un lunar o mancha en la piel podría ser sospechoso y merece la atención de un dermatólogo:
Si notas cambios en un lunar o mancha existente, como crecimiento, cambio de color, bordes irregulares, o síntomas como picor, sangrado o supuración, es crucial consultar a un dermatólogo.
También es importante hacerlo si aparecen nuevos lunares o manchas después de los 30 años, especialmente si tienen características inusuales.
Si tienes antecedentes familiares de cáncer de piel, es recomendable realizar revisiones periódicas en consulta de Dermatología. La detección temprana de cualquier lunar atípico es fundamental para prevenir problemas más graves, como el melanoma.
Durante la consulta, el dermatólogo revisará tu historial médico y realizará un examen físico detallado de tu piel.
Para ello emplearemos la dermatoscopia, un análisis de la piel que se realiza con un dispositivo llamado dermatoscopio, que es un instrumento portátil que combina una fuente de luz y una lente de aumento.
Cuando el dermatólogo detecta una lesión sospechosa, puede ser necesario realizar una biopsia o extirpación de la lesión. Las biopsias o extirpaciones consisten en tomar una pequeña muestra de esa lesión con anestesia local.
La lesión se remite para estudio histológico y en función de los resultados se discutirán las opciones de tratamiento, que pueden incluir la eliminación completa del lunar, o en el caso de que solo se haya tomado una biopsia, realizar una ampliación de márgenes del lunar o lesión extirpados previamente.
En algunos casos de melanomas más avanzados pueden ser necesarios otro tipo de tratamientos.
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