La queratosis es un término médico que hace referencia a cualquier afección de la piel caracterizada por el engrosamiento anormal de la capa más superficial de la epidermis debido a un exceso de producción de queratina, una proteína que protege la piel.
En anteriores artículos hemos hablado de otro tipos de queratosis, como la queratosis seborreica y la queratosis pilaris, dos afecciones cutáneas comunes pero completamente distintas entre sí.
La queratosis actínica, sin embargo, es un problema diferente, ya que se trata de una lesión precancerosa de la piel que puede evolucionar a un carcinoma de células escamosas si no se trata a tiempo.
La queratosis actínica, también conocida como queratosis solar, es una lesión cutánea precancerosa causada por la exposición prolongada y acumulativa a la radiación ultravioleta (UV), principalmente del sol.
Se considera una condición de daño solar crónico, lo que significa que suele aparecer en zonas expuestas al sol como la cara, el cuero cabelludo en personas con calvicie, las orejas, el dorso de las manos y los antebrazos.
Estas lesiones pueden ser el primer signo de un carcinoma de células escamosas, un tipo de cáncer de piel que se desarrolla a partir de la queratosis actínica no tratada.
Por ello, es fundamental su detección temprana y tratamiento para evitar complicaciones.
La queratosis actínica puede pasar desapercibida en sus primeras fases, ya que suele comenzar como una pequeña mancha áspera apenas perceptible al tacto. Con el tiempo, la lesión se hace más evidente y puede presentar los siguientes síntomas:
¡¡IMPORTANTE!!
Si una lesión cutánea presenta sangrado, ulceración, rápido crecimiento o cambio de color, podría indicar que está evolucionando a un carcinoma de células escamosas. En este caso, es imprescindible acudir al dermatólogo para una evaluación.
Como ya hemos comentado, la principal causa de la queratosis actínica es la exposición prolongada y acumulativa a la radiación ultravioleta (UV).
La piel tiene una memoria solar, lo que significa que el daño se va acumulando a lo largo de los años, aumentando el riesgo de desarrollar estas lesiones.
Además, existen algunos factores de riesgo que pueden contribuir a su aparición:
El diagnóstico de la queratosis actínica es clínico y suele realizarse en la consulta dermatológica mediante la evaluación visual y táctil de la piel.
Dado que estas lesiones pueden confundirse con otras afecciones cutáneas, es fundamental que un dermatólogo determine si se trata de una queratosis actínica o de otro tipo de lesión.
El dermatólogo puede analizar la lesión a simple vista y mediante el tacto, ya que la queratosis actínica suele tener una superficie áspera o escamosa.
Además, solemos emplear un dermatoscopio para observar la lesión en detalle y evaluar patrones característicos que ayuden a confirmar el diagnóstico.
En casos donde haya sospecha de progresión a carcinoma de células escamosas o cuando la lesión presenta características atípicas, se puede realizar una biopsia para su análisis en laboratorio.
El tratamiento de la queratosis actínica tiene como objetivo eliminar las lesiones y prevenir su posible evolución a carcinoma de células escamosas. La elección del tratamiento dependerá del número de lesiones, su ubicación y las características del paciente.
Algunos de los tratamientos más comunes son:
Es evidente que si la principal causa que provoca esta lesión es el daño solar, la mejor forma de prevenirla es reducir y protegerse de la exposición solar. Para ello, es importante seguir estas recomendaciones:
La detección temprana y el tratamiento adecuado son fundamentales para evitar complicaciones y mantener la salud de la piel.
Si notas alguna lesión áspera, escamosa o persistente en tu piel, especialmente en zonas expuestas al sol, acude a un dermatólogo para una evaluación profesional. En nuestra clínica dermatológica, somos especialistas en el diagnóstico y tratamiento de lesiones cutáneas.