El acné rosácea y el acné vulgar son dos afecciones cutáneas que, a simple vista, pueden parecer similares. Ambos presentan características similares, como el enrojecimiento, lesiones inflamatorias o “granos”, a veces acompañadas de seborrea. Sin embargo, no son lo mismo y tienen connotaciones diferentes.
Comprender las diferencias entre estas dos condiciones es fundamental para hacer un adecuado abordaje de ambas.
En este artículo, te ayudaré a entender mejor qué distingue la rosácea acneica del acné normal y te proporcionaré recomendaciones sobre cómo tratarlas de forma efectiva para restaurar la salud y apariencia de tu piel.
El acné rosácea es una variante de la rosácea, una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta principalmente a la cara.
La rosácea se caracteriza por episodios transitorios de rubor con la aparición posterior de enrojecimiento persistente y arañas vasculares o telangiectasias.
En muchas ocasiones aparecen además lesiones tipo acné como pústulas y pápulas inflamatorias que pueden ser similares al acné clásico.
Este tipo de rosácea afecta mayormente a personas con piel clara y es más frecuente en mujeres de mediana edad, aunque los hombres pueden experimentarla de una forma más severa.
El acné es una condición que afecta a personas de todas las edades y tipos de piel, aunque es más frecuente durante la adolescencia. Se caracteriza por la aparición de granos, puntos negros y espinillas, que se desarrollan cuando los folículos pilosos se obstruyen con grasa y células muertas de la piel.
A diferencia del acné típico, la rosácea no está causada por la obstrucción de los poros o la producción excesiva de grasa, sino que está relacionada con la inflamación de los vasos sanguíneos y la sensibilidad de la piel.
Un signo muy característico es que en la rosácea no hay comedones abiertos ni cerrados (puntos negros y puntos blancos) mientras que en el acné son muy frecuentes.
Aunque ambos trastornos pueden presentar lesiones inflamatorias en forma de pústulas y cierto enrojecimiento, hay varias diferencias importantes:
El tratamiento de la rosácea requiere un enfoque especializado, ya que los productos y métodos utilizados para el acné común podrían empeorar los síntomas de la rosácea.
La rosácea tiende a ser una enfermedad crónica, pero existen tratamientos que pueden controlar sus síntomas y mejorar la apariencia de la piel de manera efectiva.
Uno de los pilares del tratamiento son los productos tópicos recetados, como las cremas o geles que contienen metronidazol, ácido azelaico o ivermectina, los cuales ayudan a reducir la inflamación y controlar los brotes.
En casos más severos, los dermatólogos pueden recetar antibióticos orales, como la doxiciclina, que tienen un efecto antiinflamatorio a largo plazo.
Es importante mencionar que el uso de antibióticos orales en la rosácea acneica no busca tratar infecciones bacterianas (como en el caso del acné vulgar), sino disminuir la inflamación y mejorar el aspecto de la piel.
Otros fármacos como los retinoides tópicos u orales pueden ser muy necesarios para el abordaje de esta patología.
Los tratamientos con láser o luz pulsada intensa (IPL) pueden ser una opción eficaz. Estos tratamientos no invasivos ayudan a reducir el enrojecimiento y sobre todo a eliminar los vasos sanguíneos dilatados que son visibles, mejorando la apariencia de la piel afectada por la rosácea.
Estos procedimientos no invasivos son particularmente útiles en casos donde el enrojecimiento es muy pronunciado o cuando los vasos sanguíneos visibles contribuyen a empeorar la apariencia de la piel.
Una rutina de cuidado de la piel adecuada es crucial para los pacientes con rosácea acneica. La piel afectada por rosácea es extremadamente sensible, por lo que es necesario elegir productos que sean suaves y que no contengan irritantes.
Para tratar la rosácea, es fundamental intentar evitar los desencadenantes que puede provocar los brotes. Algunos de los factores que pueden agravar esta condición incluyen:
Por eso, la clave para controlar esta afección está en identificar y evitar los factores que la empeoran, además de seguir un tratamiento dermatológico adecuado.
Mantener una vida equilibrada, evitar situaciones que puedan irritar la piel, y seguir las recomendaciones del dermatólogo serán clave para manejar esta afección a largo plazo.
-¿Puedo usar los mismos tratamientos para el acné y para la rosácea?
No necesariamente. Aunque algunos productos para el acné pueden ayudar con los brotes de rosácea, la mayoría de los tratamientos para el acné son demasiado agresivos para la piel con rosácea. Es fundamental hablar con un dermatólogo para obtener un tratamiento personalizado.
-¿La rosácea desaparece con el tiempo?
Aunque tiende a ser una enfermedad crónica que cursa en brotes, con el tratamiento adecuado, los síntomas se pueden controlar y mejorar significativamente.
-¿Se puede tener rosácea y acné al mismo tiempo?
Es posible tener ambas condiciones, pero es poco común. Cada una requiere tratamientos específicos, por lo que es importante consultar con un dermatólogo para obtener un diagnóstico adecuado.
La rosácea puede ser una condición desafiante y crónica, pero con el tratamiento adecuado y los cuidados diarios, es posible mantener los síntomas bajo control y mejorar significativamente la apariencia de la piel.
Si sospechas que puedes tener cualquiera de estas condiciones, lo mejor es acudir a un dermatólogo para recibir un diagnóstico preciso y personalizado.
Un diagnóstico temprano y un tratamiento personalizado son esenciales para mantener tu piel sana y evitar complicaciones futuras.
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