La alopecia, comúnmente conocida como pérdida de cabello, es una condición que afecta a millones de personas en todo el mundo, tanto hombres como mujeres.
Dentro de la alopecia existen diferentes tipos, los cuales se engloban en dos grandes grupos: alopecias cicatriciales y alopecias no cicatriciales.
Las alopecias cicatriciales, aunque menos comunes, son un grupo de trastornos que causan la destrucción irreversible de los folículos pilosos, lo que lleva a la formación de cicatrices en el cuero cabelludo y la pérdida permanente del cabello en las áreas afectadas.
Estas alopecias suelen tener causas inmunológicas y se caracterizan por la inflamación que destruye el folículo piloso, dejándolo incapaz de producir cabello nuevamente.
Existen varios tipos, siendo las más frecuentes la que aparece en el Lupus Eritematoso Discoide (LED), el liquen plano pilaris (LPP), la Foliculitis Decalvante y la Alopecia Frontal Fibrosante.
Tratamientos para las alopecias cicatriciales:
Debido a la naturaleza irreversible de las alopecias cicatriciales, el enfoque del tratamiento se centra en frenar la progresión de la enfermedad y minimizar la inflamación. Aunque no se puede recuperar el cabello en las áreas afectadas, el tratamiento puede incluir:
Las alopecias no cicatriciales son las más comunes y se caracterizan porque el folículo piloso no sufre un daño permanente, lo que permite la posibilidad de que el cabello vuelva a crecer con el tratamiento adecuado. Dentro de este grupo encontramos:
También conocida como calvicie común, puede ser masculina o femenina, aunque suele afectar más a los hombres. Se estima que hasta un 90% de los hombres van a tener este tipo de alopecia en algún momento de su vida.
Con respecto a las mujeres, se estima que un 40% tendrán alopecia androgenética a lo largo de su vida.
Este tipo de alopecia puede manifestarse bien en la adolescencia tardía o en edades más maduras. Está relacionada con factores genéticos y hormonales, siendo el aumento de andrógenos, o la hipersensibilidad a los mismos en el folículo piloso, lo que produce que el folículo se vaya haciendo cada vez más pequeño.
El principal tratamiento es con fármacos que bloquean los andrógenos o antiandrógenos.
Muchas veces son necesarios también tratamientos tópicos o inyectados, e incluso fármacos mejoran el flujo sanguíneo al folículo para que el pelo fino se engruese y consigamos una mayor densidad capilar.
La alopecia areata es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico ataca los folículos pilosos y de forma característica aparecen placas de alopecia areata circulares o en parches.
A diferencia con las alopecias cicatriciales, no destruyen el folículo, por lo que en la mayoría de los casos es una alopecia recuperable. Pacientes con alopecias areatas universales o de localización ofiásica tienen un peor pronóstico.
Suele estar asociada a episodios de estrés y a enfermedades autoinmunes, sobre todo en el contexto de enfermedades tiroideas.
Los tratamientos más comunes incluyen el uso de antiinflamatorios tópicos o inyecciones con corticosteroides, buscando disminuir la inflamación y la respuesta autoinmune que ataca los folículos pilosos.
En casos más generalizados pueden ser necesarios fármacos inmunosupresores o nuevos fármacos inhibidores de las jak kinasas.
Otros tratamientos útiles consisten en la aplicación tópica de sustancias irritantes como la difenciprona, que provoca una reacción alérgica controlada, desviando la atención del sistema inmunológico de los folículos pilosos.
Son caídas de cabello recuperables que suelen durar entre 1 y 2 meses. El más característico es el efluvio telogénico. Este aparece a los 2 o 3 meses de una causa estresante, física o psíquica.
El estrés crónico o habitual no suele ser una causa, pero sí episodios de estrés más agudo, como puede ocurrir con la pérdida de un familiar o una separación.
También encontramos estos efluvios telogénicos en relación con causas físicas, como son: una cirugía, procesos febriles, cambios hormonales, dietas o la toma de ciertos medicamentos. Los pacientes suelen notar una caída difusa del cabello, pero en la mayoría de los casos, el crecimiento se recupera con el tiempo.
Dentro de los efluvios también podemos encontrar el efluvio telogénico crónico, el cual afecta principalmente a mujeres y se caracteriza por una pérdida de pelo crónica con menor densidad capilar pero sin zonas de aclaramiento de pelo. Se asocia con niveles bajos de hierro.
Este tipo de alopecia suele resolverse de forma natural. Algo que suele funcionar muy bien son los suplementos vitamínicos, que estimulan la fase anágena o la fase de crecimiento del pelo o en el caso del déficit de hierro con suplementos ricos en hierro.
Para saber qué tipo de alopecia se tiene, lo ideal es acudir a un dermatólogo capilar o tricólogo.
Los dermatólogos nos ayudamos de una técnica, llamada tricoscopia, un método no invasivo que permite examinar el cuero cabelludo y el pelo.
Se realiza con un tricoscopio, un dispositivo equipado con lentes de aumento y luz polarizada que permite visualizar las estructuras del cuero cabelludo y los folículos pilosos con claridad.
Este diagnóstico y evaluación inicial es de vital importancia para la elección del tratamiento adecuado.
La tricoscopia no solo permite identificar el tipo de alopecia, sino que también puede monitorizar la respuesta al tratamiento, ayudando a ajustar las terapias según sea necesario.
Si estás preocupado por la pérdida de cabello o has notado cambios en tu cuero cabelludo, no esperes más. Un diagnóstico temprano puede marcar la diferencia en el éxito del tratamiento.
En Dermaniac, tu clínica dermatológica en Madrid, contamos con los últimos tratamientos y tecnología de vanguardia para el diagnóstico y tratamiento de la alopecia.
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